Por José M. Reyes Taveras. —
Durante gran parte del siglo pasado, el mundo giró alrededor de un solo centro: el estadounidense.
Los valores de Washington, los sueños de Hollywood y las innovaciones de Silicon Valley definieron lo que significaba ser “moderno”.
La brújula del planeta apuntaba hacia Estados Unidos no solo por su poder, sino por su pretensión moral: la creencia de que América representaba la libertad, la justicia y la dignidad humana.
Pero el siglo XXI ya no acepta un único centro. El planeta se ha vuelto multipolar, no solo en lo económico o militar, sino también en las ideas sobre la justicia.
Desde Asia hasta América Latina y África, las naciones se preguntan: ¿quién merece realmente liderar, si liderar significa ser digno de confianza?
El nuevo mundo no busca un am

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