“Con su permiso”. Con voz grave, hizo entrada el jefe de la investigación al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, en la sala del Tribunal Supremo que está juzgando la supuesta revelación de secretos. El teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, Antonio Balas, entró junto a dos de sus agentes para defender sus informes que han servido para sentar en el banquillo de los acusados al número 1 de la Fiscalía.

Muy serios y en guardia, los tres funcionarios eran conscientes que su declaración puede inclinar la balanza hacia una condena o una absolución. Balas iba con dos ideas claras que transmitir y así repitió en varias ocasiones: que el fiscal general tenía el “dominio a todos los niveles” de la información sobre Alberto González Amador, pareja de l

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