Néstor Guzmán, un chapista con 36 años de oficio, modificó un auto clásico en otro clásico de lujo para asegurar una entrada memorable en la celebración de su hija.

Néstor Guzmán, un chapista con 36 años de oficio, modificó un auto clásico en otro clásico de lujo para asegurar una entrada memorable en la celebración de su hija.

En Comodoro Rivadavia, Chubut, un padre demostró que el ingenio y el amor tienen la capacidad de superar cualquier límite técnico o económico. Fue así como Néstor Guzmán, dueño de un taller de chapa y pintura, llevó su oficio a un nivel inédito: convirtió un modesto y clásico Citroën en una extravagante limusina de siete metros para que su hija Maite tuviera un ingreso inolvidable a su fiesta de 15 años.

La idea no surgió de un cliente, sino de un impulso íntimo,

See Full Page