El presidente se compromete a avanzar en algunas de las exigencias de los de Puigdemont, como las sanciones por multirreincidencia o la ejecución presupuestaria, ante el reiterado portazo de la formación independentista

Sánchez carga contra la “oposición destructiva” y acusa al PP de “recortar los servicios públicos a cambio de favores”

En el Gobierno no terminan de dar por definitiva la ruptura de Junts. Pedro Sánchez está determinado a seguir adelante lo que queda de legislatura y tiende la mano a la formación independentista para llevar a cabo sus exigencias. A pesar del anunciado 'no a casi todo' de los de Carles Puigdemont, en el Ejecutivo siguen adelante con su plan normativo y confían en acabar seduciéndolos bajo la premisa de que las leyes beneficiarán a Catalunya. Es el argumento que esgrime también ERC que, al igual que el resto de socios de la coalición, se alejan de la estrategia de bloqueo.

La tranquilidad que emite Moncloa choca con el muro que los negociadores socialistas se están encontrando en Junts. Las fuentes consultadas admiten que el trato con el grupo que lidera Míriam Nogueras es complicado. Incluso de cara a la votación de las enmiendas a la ley de movilidad sostenible procedentes del Senado y en las que el PP ha introducido una para intentar alargar la vida de las centrales nucleares. Aunque intentan quitarle hierro, en el Ejecutivo llegan a esa votación aguantando la respiración ante la posibilidad de que Junts apoye esa iniciativa.

Más allá de golpear al PP por su “oposición destructiva” y las políticas “austericidas” de sus gobiernos autonómicos, Sánchez llegó este miércoles al Congreso consciente de que la gran debilidad de la coalición es la fragilidad parlamentaria. Primero apeló al “espíritu del acuerdo porque la suerte de mucha gente depende” de lo que aprueba el Parlamento. “A ninguno nos fascina la aritmética parlamentaria que salió de las elecciones generales, porque no hay mayorías consolidadas, porque cada ley exige de una negociación y un enfoque distinto”, admitió Sánchez en su réplica a Míriam Nogueras: “Nuestro deber no es ni dinamitarlo ni tampoco bloquearlo, porque las legislaturas duran cuatro años. Nuestro deber es trabajar con esa realidad que nos dijeron los ciudadanos y ciudadanas hace dos años. Nuestra obligación es negociar, es dialogar, es construir acuerdos”.

Sin moción de censura a la vista

Sánchez admitió su debilidad parlamentaria, pero trató de situar a Junts frente al espejo al señalarle el camino de los acuerdos con PP y Vox, que por ahora en el Gobierno ven intransitables para Puigdemont. “Necesitamos otros muchos votos de otras muchas formaciones políticas para sacar adelante nuestra agenda legislativa. Pero también su grupo parlamentario necesita nuestros votos. ¿O es que va usted a negociar con quienes desprecian la identidad de Catalunya, aspiran a prohibir el catalán y acabar con su autogobierno?”, le preguntó a la portavoz.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, dibujó en su cara a cara con Sánchez un país en descomposición, atenazado por la “parálisis”, donde se suceden los apagones, los trenes son impuntuales por norma, millones de españoles viven al borde de la pobreza y los jóvenes no pueden acceder a la vivienda.

La radiografía que se relaciona con datos oficiales e informes como los de Cáritas, pero no sirve para que Feijóo presente una moción de censura. Ni siquiera con la escenificada ruptura de Junts y su paso a la “oposición”, como dijo Míriam Nogueras. Pese a tener una teórica mayoría negativa contra el Gobierno de coalición, Feijóo renunció este miércoles a echar a Sánchez con el voto del Congreso: “O se condena el país a dos años de parálisis y desgobierno o se convocan elecciones generales”.

El líder del PP no mencionó la moción de censura expresamente, pero sí se dirigió a Junts. Eso sí, metiéndolo en el mismo saco que el PNV. “Ustedes saben tan bien como yo que esto no les va a salir gratis”, les espetó. “Son responsables del deterioro de Euskadi, del deterioro de Catalunya”, apuntó. “A Junts ya le ha pasado. Y le pasará al PNV: se quedarán sin poder”.

Sí habló de moción de censura su 'número dos', Miguel Tellado. “No nos faltan ganas para una moción de censura, nos faltan los votos”, aseguró. Una muestra de que la correlación de fuerzas en el Congreso quizá no es la más favorable al Gobierno, pero tampoco al PP.

Sánchez ofrece sus votos a Junts

Descartada la opción de una moción de censura, en Moncloa insisten en que pueden mantener su hoja de ruta y ahí es donde incluyen los guiños a Junts, que son por ahora insuficientes para los de Puigdemont. Sánchez mencionó algunas de las exigencias de la formación soberanista: el endurecimiento de las sanciones por multirreincidencia, la publicación de las balanzas fiscales sobre la garantía del servicio de cajero automático, la ejecución de los presupuestos pendientes, una mayor presencia de Catalunya en los organismos internacionales o la normalización política con la aplicación total y efectiva de la de la ley de amnistía.

“Estamos trabajando en ello y vamos a esforzarnos aún más por alcanzarlos”, aseguró el presidente sobre esos compromisos, antes de avisar: “Créame que bloquear iniciativas que mejoran la vida de la gente en Catalunya y también en el conjunto del Estado no les va a perjudicar”.

Si en el Gobierno confían en que hay posibilidades de volver a restablecer la comunicación y las negociaciones con Junts, su portavoz en el Congreso se encargó de alejar ese escenario. Míriam Nogueras aprovechó la comparecencia de Sánchez para escenificar la ruptura por fases que su partido ha ido anunciando en las últimas semanas. Primero con el anuncio de Carles Puigdemont, después con la ratificación de las bases y luego con la rueda de prensa en el Congreso en la que avanzaron que no votarán a favor de ninguna ley que venga del Gobierno.

Junts escenifica su ruptura

“La relación se ha acabado”, sentenció Nogueras durante su intervención, en la que incluso llamó a Sánchez “hipócrita” y “cínico”. “Teníamos razón: no ha cumplido, no tiene palabra y parece que solo le interesa el poder”, afirmó en un discurso muy duro contra el Gobierno en el que también presumió de haber conseguido que los socialistas se muevan con algunos de los compromisos firmados, como la ley de multirreincidencia.

Este mismo miércoles los grupos se reunieron para activar las negociaciones de ese texto que es una de las principales preocupaciones de los de Puigdemont. Fuentes gubernamentales aseguran que están dispuestas a publicar las balanzas fiscales, pero que el problema radica en que Junts no comparte su metodología. En cualquier caso, la negociación avanza por primera vez y ya hay una reunión de ponencia pactada para continuar las conversaciones sobre una ley que, eso sí, no cuenta en principio con el apoyo de los grupos de izquierda.

“Solo se mueven si les apretamos”, sentenció Nogueras en su réplica al presidente. Pero en la misma frase en la que habló del fin de la relación con el Gobierno recordó también que los compromisos adquiridos siguen vigentes y en ningún momento abrió la puerta a negociar con el PP una moción de censura. Incluso recordó que quienes impidieron la llegada de la derecha y la ultraderecha a la Moncloa fueron ellos al pactar la investidura con Sánchez. En su segundo turno, cerró con un vaticinio un tanto críptico: “No ha entendido o no ha querido entender nada de lo que hemos dicho. No sufra, el tiempo le hará entender”.

La entidad de la amenaza de Junts se empezará a dimensionar a partir de este mismo jueves. El Gobierno lleva a votación dos leyes importantes: una es la de atención a la clientela del Ministerio de Derechos Sociales, de Pablo Bustinduy, que en principio cuenta con los votos de los independentistas. Y la segunda es la votación definitiva de la Ley de Movilidad Sostenible. Solo se votan las enmiendas del Senado y la ley no peligra, pero el PP coló una modificación para forzar al Ejecutivo a alargar el calendario de cierre de las nucleares.