Después de ocho años de sanchismo, tal vez sería osado concluir que el presidente es un libro abierto, pero tampoco resulta exagerado admitir que ya casi nada, o nada, nos sorprende en sus comparecencias. La de ayer en el Congreso, en un formato favorable que dispuso Francina Armengol, no alteró el guion de un mandatario sin respeto alguno por las convenciones de la democracia y menos por el ejercicio moral e íntegro de sus responsabilidades. El último Consejo Europeo, la corrupción que lo asola, su minoría parlamentaria tras el divorcio de Junts y el panorama de los servicios públicos en las comunidades que le convinieron para su estrategia eran los motivos de su presencia en la Cámara. Por supuesto, el mitin preelectoral en el que convirtió la sesión se cebó con los barones regionales y

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