En Comodoro Rivadavia, Chubut, un padre demostró que el ingenio y el amor tienen la capacidad de superar cualquier límite técnico o económico. Fue así como Néstor Guzmán, dueño de un taller de chapa y pintura, llevó su oficio a un nivel inédito: convirtió un modesto y clásico Citroën en una extravagante limusina de siete metros para que su hija Maite tuviera un ingreso inolvidable a su fiesta de 15 años.

La idea no surgió de un cliente, sino de un impulso íntimo, una necesidad de hacer algo único para su hija. “Tengo dos Citroën, se venía el cumple de 15 de mi hija y quería hacer algo diferente. Salió el tema de poder hacer la limusina, fue pensado, pero no con demasiada proyección. Simplemente salió de la mente”, relató Néstor de 56 años y con 35 años de oficio como chapista.

Cortes, so

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