Dylan Graveline estaba trabajando en su computadora portátil en el Dam Café cuando un grupo de hombres en la mesa de al lado comenzó a burlarse de las personas que reciben cupones de alimentos.

“Estoy aquí sentado, intentando hacer mis tareas escolares con la esperanza de convertirme en profesor, ¡por Dios!” él recordó entre el bullicio del café de Holyoke. “Y hay gente a mi alrededor afirmando que todos los que reciben beneficios del SNAP son vagos y abusan del sistema.”

La historia de su familia se asemeja a la de muchas otras en Massachusetts, donde la pérdida o reducción de los programas de asistencia alimentaria está empujando incluso a familias aparentemente de clase media hacia el hambre.

La oficina de la gobernadora Maura Healey lanzó recientemente un centro de recursos del prog

See Full Page