Han pasado diez años desde que yihadistas perpetraron una serie de atentados coordinados en París, Francia, que dejaron 130 muertos y sumieron al país en el terror.

Pero las secuelas de aquella noche siguen presentes en innumerables vidas: desde los supervivientes y las familias de las víctimas hasta los equipos de emergencia que acudieron en su ayuda. Entre ellos están también los niños que crecieron a la sombra del 13 de noviembre.

Algunos perdieron a sus padres; otros presenciaron el trauma que marcó a los suyos durante años. Para estas familias, la última década ha sido un esfuerzo silencioso y constante por adaptarse a un acontecimiento que cambió sus vidas para siempre. Su recorrido, tanto el de quienes lograron reconstruirse como el de quienes siguen lidiando con el dolor, está en

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