Por FATIMA HUSSEIN
WASHINGTON (AP) — Jessica Sweet pasó el cierre del gobierno federal recortando gastos. Para llegar a fin de mes, la especialista en reclamaciones del Seguro Social bebió sólo un café al día, se saltó comidas, redujo las compras de comestibles y pospuso el pago de algunas facturas del hogar. Acumuló gastos en su tarjeta de crédito comprando gasolina para llegar al trabajo.
Con el cierre más largo de la historia llegando a su fin, Sweet y cientos de miles de otros trabajadores federales que no recibieron sus cheques de pago pronto obtendrán algo de alivio. Pero muchos sienten como si sus medios de vida hubieran sido utilizados como peones políticos en la lucha entre legisladores recalcitrantes en Washington y se preguntan si la batalla valió sus sacrificios.
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