Por: Emilio Gutiérrez Yance
En la tranquila estación de policía de San Jacinto del Cauca, donde el sol se derrama sobre los patios y el deber camina con paso firme, habitan dos guardianes muy especiales. No visten uniforme ni cargan insignias, pero su lealtad no conoce límites. Son “El Sargento” y “Auxiliar”, dos perros que llegaron al corazón de la institución para recordarnos que el amor también hace parte del servicio.
“El Sargento” fue el primero en arribar, cuando apenas era un cachorro que temblaba de hambre y soledad. Los policías lo miraron y comprendieron que aquel pequeño ser no pedía compasión, sino una oportunidad. Lo acogieron, le dieron techo y nombre, y desde entonces se convirtió en el símbolo viviente de la gratitud y la constancia.
Años más tarde llegó “Auxiliar”, jove

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