Cuando Julie Ramírez, una venezolana de setenta años, huyó de su país en 2016 por persecución política, encontró refugio en Trinidad y Tobago. Sin embargo, casi una década después, vive con miedo nuevamente, esta vez ante la posibilidad de ser deportada.

Marannys Guerra, otra migrante, expresa su preocupación: “Temo perder todo lo que he construido”. Ella administra un bar y un salón de belleza en el sur de Trinidad.

Un memorándum gubernamental filtrado del 27 de octubre instruye a detener a todos los extranjeros indocumentados y mantenerlos en un Centro de Detención de Inmigrantes hasta su repatriación. Este documento también menciona la posible implementación de una deportación masiva de venezolanos, lo que ha incrementado la tensión entre Trinidad y Venezuela.

Desde la divulgación de

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