Los activistas de la Coordinadora se ensañan con los habitantes de la Ciudad de México. Los torturan y nadie hace nada. Colapsan el tráfico por horas y horas. Someten a la gente a su agenda de extorsión política.
Lo lógico sería estar en una mesa de negociación con el gobierno federal para encontrar puntos de acuerdo, pero la CNTE negocia a través confrontación y el desafío. Ponen a prueba, hay que decirlo, la paciencia de los ciudadanos.
El modus operandi, dicen los que saben, es que después de los jaloneos, si los activistas quieren regresar a sus casas, llegan a un acuerdo muy sospechoso en el sótano de alguna dependencia pública, se van con un maletín, y regresan semanas después por más combustible. Así ha sido desde hace lustros. ¿Nadie les pondrá un hasta aquí?
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