Por Mireya Álvarez

En la arena legislativa mexiquense ha surgido un personaje que parece disfrutar más del eco de sus propias palabras que de la responsabilidad de representar a la ciudadanía, se trata del diputado Octavio Martínez Vargas, quien ha convertido la tribuna del Congreso en un escaparate personal, donde el discurso moralista y las acusaciones altisonantes sustituyen al debate de ideas.

Ex perredista y ahora militante de la Cuarta Transformación, Martínez Vargas es ejemplo de la volatilidad política que marca a una generación de legisladores sin convicción; en su momento, fue uno de los críticos más feroces del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien llegó a insultar públicamente. Hoy, sin pudor, se dice defensor del mismo proyecto que antes denostaba.

Su metamorfosis

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