La borrasca que puso en alerta a Canarias ha terminado convirtiéndose en una bendición . Claudia abandona la provincia de Santa Cruz de Tenerife sin causar ningún daño grave –solo un reguero de pequeñas incidencias– y dejando una buena cantidad de agua para un campo sediento en plena sequía.

A la espera de un balance definitivo, el sector primario provincial celebra la llegada al fin de lluvia para empapar los cultivos y llenar unas balsas que antes del temporal no pasaban –en el caso de Tenerife– del 30% de capacidad , una de las más bajas a estas alturas del otoño en muchos años.

Ángela Delgado, presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga) , mostró ayer su satisfacción porque «a la lluvia se ha unido que las rachas de viento no han si

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