El programa Padrinos del Respeto surge de la visión de una responsabilidad compartida. No nace como medida disciplinaria de dirección educativa, sino como mecanismo de apoyo social voluntario gestado por los padres de David y Mateo. Para ello involucraron al AMPA, comerciantes, jubilados del barrio, trascendiendo los límites físicos del colegio.
El programa se convirtió en refugio de convivencia y primer escalón en los planes de convivencia de los centros de la zona, sustituyendo medidas correctoras y aflictivas contempladas en protocolos educativos. Se ofrecía a alumnos con dificultades de integración o problemas de conducta. No se trataba de un castigo, sino una oportunidad de aprender a manejarse en cualquier situación emocional.
Se fundamenta en dos pilares clave. De un lado, familia

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