Un día de mediados de septiembre, Alejandro Carranza, un pescador colombiano que, cuenta su familia, llevaba mucho tiempo recorriendo el Caribe en busca de marlin y atún, llamó a su hija adolescente. Le dijo que se iba a pescar y que volvería en unos días, contó ella.

Nunca volvió.

Al día siguiente de su partida, el 15 de septiembre, según afirman su familia, otros pescadores y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, Carranza fue asesinado en un ataque militar estadounidense contra su embarcación. La indignación por lo ocurrido ha desatado una disputa sobre el enorme despliegue militar estadounidense en el Caribe y la legalidad de los ataques letales realizados desde septiembre a 20 embarcaciones.

“Nunca pensé que fuera a perder a mi papá de esta manera”, dijo Cheila Carranza, de 14 a

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