Fernando Rospigliosi parece convencido de que su palabra equivale a un decreto y que cualquier intento de protesta debe ser sofocado como sea antes de que empiece. Por eso, ante las marchas y paros convocados para este 14 y 15 de noviembre —donde se exige la derogación de leyes cuestionadas por favorecer a la criminalidad, además del rechazo al Legislativo y al gobierno de José Jerí— respondió en un tono que pareció más un ultimátum que un mensaje institucional.
Acompañado de altos mandos policiales, anunció sin titubeos que la represión está garantizada. Y no lo dijo como advertencia preventiva: lo dijo como quien ya decidió el desenlace. Para suavizar su autoritarismo, agregó que “la violencia la inician los manifestantes”, omitiendo los repetidos casos de infiltrados que terminan en in

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