Realmente no tenía nada de ganas de hablar hoy, aquí, de Gabriel Rufián. Ni tampoco de ERC o de Carles Puigdemont y Junts per Catalunya. De ningún modo. ¡Mira que pasan cosas interesantes en el mundo! ¡Y también en España! ¡E incluso en Catalunya! No obstante, tras contemplar el miércoles a Rufián en la tribuna del Congreso de Diputados, no he podido ahogar la tentación de escribir cuatro líneas sobre este hombre, un personaje magnético situado en estos momentos entre el lerrouxismo 3.0 y la caricatura grotesca .

Al oírlo día tras día, incansable, con una tozudez geológica, reprochar, denunciar, reprobar, criticar, menospreciar, insultar, etcétera, a Míriam Nogueras, Carles Puigdemont y todo lo que sea Junts o huela a Junts, uno no puede evitar concluir que, aparte de cualquier otro pos

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