Nuevo giro a la izquierda en EEUU. Esta vez, en la alcaldía de Seattle (ciudad de 8.15.000 habitantes en el estado de Washington). El alcalde Bruce Harrell, quien cumplía su primer mandato y aspiraba a la reelección, ha reconocido este jueves su derrota ante la activista a favor del transporte público Katie Wilson, reconocida como socialista democrática, en lo que supone otra victoria para el ala más progresista de los demócratas en el país en este caso, en la Costa Oeste
El eje de campaña, como en el caso de Zohran Mamdani en Nueva York ha pasado por el alto coste y la falta de vivienda, la protección social y las acciones del gobierno del presidente de EEUU, Donald Trump, informa The Associated Press .
Harrell, un demócrata centrista que había cumplido tres mandatos como concejal previamente, lideraba los primeros resultados. Sin embargo, en Washington se realizan elecciones exclusivamente por correo, con papeletas enviadas antes del día de las elecciones. Los votos que llegaron más tarde, que históricamente tienden a ser más progresistas, favorecieron ampliamente a Wilson, lo que contribuyó a un giro hacia la izquierda a escala nacional.
En su discurso de aceptación de la derrota en el Ayuntamiento el jueves por la tarde, Harrell dijo que había felicitado a Wilson en una llamada “agradable”.
“Sigo teniendo mucha fe en el futuro de este país y de esta ciudad”, afirmó, informa The Associated Press.
Wilson, de 43 años, es una socialista democrática que nunca ha ocupado un cargo electo. En una rueda de prensa celebrada el jueves por la tarde, declaró que le costaba creer que hubiera sido elegida alcaldesa, dado que a principios de año no tenía intención de presentarse, y reconoció las dudas sobre su falta de experiencia: “Nadie se lo esperaba”.
Sin embargo, también destacó la buena acogida que tuvo su campaña, basada en el voluntariado, entre los votantes preocupados por la asequibilidad y la protección social en una ciudad donde el coste de la vida se ha disparado con la proliferación de Amazon y otras empresas tecnológicas.
Entre sus prioridades se encuentran la educación infantil universal, un mejor transporte público, mayor seguridad ciudadana y una vivienda estable y asequible, y afirmó que asumiría el cargo con un firme mandato para impulsarlas, si bien reconoció que la ciudad también se enfrenta a un importante déficit presupuestario.
Wilson se describió a sí misma como creadora de mayorías y organizadora comunitaria, y afirmó que también trabajaría con quienes cuestionaban su capacidad para dirigir una ciudad con más de 13.000 empleados y un presupuesto de casi 9.000 millones de dólares: “Cuando digo que esta es su ciudad, me refiero a que tienen derecho a estar aquí y a vivir una vida digna, independientemente de su origen o sus ingresos. Pero también significa que todos tenemos una responsabilidad colectiva con esta ciudad y con los demás. No podemos abordar los grandes desafíos que enfrenta nuestra ciudad a menos que lo hagamos juntos”.
Wilson ha propuesto un impuesto municipal sobre los beneficios de capital para compensar la posible pérdida de fondos federales y para financiar la vivienda. Harrell ha criticado en campaña esa idea, afirmando que un impuesto municipal podría ser fácilmente evadido por quienes estarían obligados a pagarlo.
Wilson trabajará con un Ayuntamiento relativamente nuevo: solo dos de los siete concejales han cumplido más de un mandato.
Harrell fue elegido alcalde en 2021 tras el caos de la pandemia de COVID-19 y las protestas por la justicia racial tras el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis.
Con la disminución de la delincuencia, el aumento de la contratación de policías, la menor visibilidad del consumo de drogas y el desalojo de muchos campamentos de personas sin hogar de los parques de la ciudad, Harrell, respaldado por el sector empresarial, parecía tener asegurada la reelección.
Pero el regreso de Trump a la presidencia —y su empeño por enviar agentes federales o recortar fondos para las ciudades demócratas— contribuyeron a despertar el interés del electorado progresista de Seattle.
Wilson, una socialista democrática menos conocida, llevó a cabo una campaña que se hizo eco de algunos de los temas del candidato progresista a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani.
Derrotó a Harrell por casi 10 puntos porcentuales en las primarias de agosto y rápidamente se convirtió en la favorita para ganar la alcaldía.
Wilson estudió en una facultad de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, pero no se graduó. Fundó la organización sin fines de lucro Transit Riders Union en 2011 y ha liderado campañas para mejorar el transporte público, aumentar el salario mínimo, fortalecer la protección de los inquilinos y lograr viviendas más asequibles.
Ella misma es inquilina y vive en un apartamento de una habitación en el barrio de Capitol Hill, y afirma que esta experiencia ha influido en su comprensión de la crisis de asequibilidad de la vivienda en Seattle.
Wilson criticó a Harrell por no hacer lo suficiente para proporcionar más acogimientos y afirmó que los desalojos de campamentos han sido meramente cosméticos, limitándose a desplazar a las personas sin hogar por la ciudad.
Wilson también lo describió como una figura permanente del Ayuntamiento y del statu quo.
Harrell, de 67 años, jugó en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Washington, campeón del Rose Bowl en 1978, antes de estudiar derecho. Su padre, que era negro, llegó a Seattle desde el sur segregado de Jim Crow, y su madre, estadounidense de origen japonés, fue encarcelada en un campo de internamiento en Minidoka, Idaho, durante la Segunda Guerra Mundial después de que las autoridades confiscaran la floristería familiar en Seattle.
Ambos candidatos hicieron campaña sobre planes para la vivienda asequible, la lucha contra la delincuencia y el intento de proteger la ciudad de la influencia de Trump, que recibe alrededor de 150 millones de dólares anuales en fondos federales. Ambos desean proteger el estatus de ciudad santuario de Seattle.

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