El Unicaja encaró el verano con la idea de que parte del crecimiento del equipo debía venir desde dentro. En plena reconstrucción, con un techo competitivo por redefinir, varios jugadores estaban llamados a elevar su nivel respecto a la temporada pasada. Entre ellos destacaban tres nombres muy claros: Olek Balcerowski , cuyos avances cada día son más estimulantes, Tyson Pérez , con un contrato renovado hasta 2029 y un peso dentro del equipo más importante que el del pasado curso, y sobre todo Killian Tillie , quizá el caso más singular y complejo de todos.

El francés llegó a Málaga tras dos años prácticamente sin competir debido a problemas de espalda y diversas dolencias que obligaron a un proceso de readaptación largo y delicado durante la 24/25. El Unicaja asumió ese peaje

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