Cinco veces tuvo que salir a saludar tras su brillante e impecable interpretación de la 'Sinfonía española' de Édouard Lalo. Debió ofrecer un bis a un público entusiasmado al que sedujo y convenció desde el primer compás. Eligió 'El cant dels ocells', la delicada pieza con la que Pau Casals y su chelo maravillaron al mundo, y que emociona y conmueve tanto o más emergiendo del violín de la portentosa María Dueñas (Granada, 2002).
Impresiona su facilidad para extraer una galaxia de sonidos de su violín Nicolò Gagliano de 1714, una joya que alterna con un Stradivarius Camposelice de 1710. Fascina la mezcla de aplomo y emoción con la que Dueñas aborda 'fortes', 'pianos' o 'glissandi'. Pasma su soltura y frescura en una interpretación prodigiosa que combina madurez, audacia y una expresividad

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