14-11-25.-Cuando la venezolana Julie Ramírez huyó de su país, por la persecución política en 2016, creyó haber encontrado un refugio en Trinidad y Tobago. Casi una década después, esta mujer de 70 años vive nuevamente con miedo, esta vez a ser deportada.

Ramírez, solicitante de asilo y quien trabaja como cuidadora, cuenta a EFE que "la ansiedad" se ha apoderado de la comunidad migrante venezolana en todo Trinidad y Tobago, tras el aumento de los controles migratorios.

Esa sensación de zozobra la comparte Marannys Guerra: "Temo perder todo lo que he construido", dice esta venezolana, que administra un bar en el sur de Trinidad y tiene un pequeño salón de belleza donde hace manicuras y pedicuras.

Un memorándum gubernamental filtrado, con fecha del pasado 27 de octubre, revela que el Minis

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