Quien llega por primera vez a Ashgabat , capital de Turkmenistán, tiene la sensación de haber aterrizado en una maqueta monumental construida a escala real. El orden geométrico, el mármol blanco que recubre gran parte de sus edificios y avenidas desiertas que parecen diseñadas para un futuro aún por estrenar conforman un paisaje urbano sin comparaciones en el mundo . La ciudad, levantada entre las montañas Kopet Dag y el desierto Karakum, combina un clima extremo con una planificación que busca reflejar poder, identidad nacional y modernidad.

Con unos 1,1 millones de habitantes, es el centro político y económico del país, pero también un escaparate urbano construido para transmitir poder y estabilidad. Y en esa misión, la ciudad acumula más récords Guinness arquitectónicos que cualqu

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