Los días domingos, para las personas que vivimos solas, son toda una aventura dramática, que generalmente termina con un brote depresivo, a la hora de que el sol se esconde, donde se produce algo químico en el cuerpo y el cerebro, y los fantasmas del pasado, presente y futuro salen y atacan sin piedad.
Para evitar ese cuadro, generalmente salgo a caminar por la ciudad. Llevo a uno de los perros a pasear al Parque Cultural, con su cuadradito de pasto, donde muchos solos y solas cargamos a nuestros hijos de cuatro patas y los hacemos convivir por algunos minutos. Los perras y perras se huelen el poto, corren, se pelean, se hacen amigos, casi igual que los seres humanos. Y después de una hora volvemos todos a la soledad de nuestras casas. Los hombres, mujeres, perros y perras.
Hace poco lle

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