El aparato mediático de Corea del Norte selecciona cada imagen que se muestra en sus canales . La televisión estatal actúa como brazo del poder, decide qué programas se emiten y en qué momento aparecen. El entretenimiento, las noticias y el deporte responden a una misma línea política que prioriza la figura de Kim Jong-un y su control sobre la vida pública.
Esa centralización también alcanza a los contenidos internacionales, filtrados por los censores antes de llegar al público y modificados para eliminar cualquier elemento ajeno a la narrativa oficial. El fútbol extranjero , pese a su enorme atractivo, pasa por el mismo proceso y acaba convertido en una versión domesticada del espectáculo global.
Los partidos de la Premier se emiten con meses de retraso y bajo censura
La cadena estatal Korean Central Television comenzó en enero a emitir partidos de la Premier League con meses de retraso y una supervisión exhaustiva de sus editores, según un informe del portal estadounidense 38 North . Las retransmisiones, iniciadas medio año después del comienzo de la temporada, mostraron el encuentro entre el Ipswich y el Liverpool disputado 150 días antes .
Las imágenes fueron alteradas para ocultar logotipos, rótulos y anuncios del exterior . El sonido ambiente se mantuvo, pero la narración se sustituyó por comentarios en coreano realizados en los estudios de Pyongyang.
El análisis de 38 North , elaborado por Martyn Williams, investigador del Stimson Center, describe cómo el régimen reduce cada partido de 90 minutos a apenas una hora . Los grafismos originales desaparecen y se reemplazan por otros en coreano. Las marcas de las cadenas extranjeras se difuminan o quedan cubiertas con fondos neutros.

En temporadas anteriores se llegó a tapar incluso la publicidad situada junto al terreno de juego, aunque esa práctica se abandonó más tarde. El resultado final ofrece un producto deportivo fragmentado y políticamente neutro .
Las emisiones solo incluyen una parte de los 380 partidos de cada temporada. La televisión estatal repite los mismos encuentros varias veces y elige aquellos que resultan aceptables para su público . En el curso 2023-24 apenas se difundieron 21 partidos, todos con fuertes recortes de duración. El material se presenta sin análisis ni comentaristas, lo que convierte cada retransmisión en una narración cerrada. Según Williams, la señal entra directamente en lo que sucede en el terreno de juego y elimina cualquier elemento de debate o interpretación.
Los jugadores surcoreanos desaparecen de las pantallas norcoreanas
El veto a los futbolistas surcoreanos marca otro rasgo del control ideológico. Equipos como Wolverhampton Wanderers o Brentford quedan fuera de las parrillas porque en sus plantillas figuran Hwang Hee-chan y Kim Ji-soo , jugadores nacidos en el Sur. Anteriormente tampoco se retransmitían partidos del Tottenham, ya que su capitán era Son Heung-min.

Kim Jong-un ha definido a sus vecinos del sur como “ el Estado más hostil hacia la nación” , una etiqueta que se traduce en censura automática de cualquier referencia visible a sus representantes. El público norcoreano aficionado al fútbol inglés apenas conoce la trayectoria de esos deportistas .
La misma política se aplica a torneos internacionales. Durante el Mundial de 2022, la cadena estatal emitió todos los partidos con unas horas de retraso excepto los tres de la selección surcoreana y el enfrentamiento entre Estados Unidos y Gales . Solo cuando Brasil eliminó al Sur se permitió mostrar ese encuentro. En los Juegos Asiáticos de 2023, los gráficos oficiales de KCTV identificaron a las jugadoras surcoreanas con el término “títeres”. En este sentido, los criterios de selección y de lenguaje se mantienen invariables, centrados en reforzar la superioridad ideológica del Norte .
Las emisiones podrían violar sanciones internacionales por los programas armamentísticos
La investigación de 38 North comprobó además que Corea del Norte carece de los derechos de emisión de la Premier League y que la difusión de sus partidos podría vulnerar las sanciones internacionales impuestas por sus programas nucleares y de misiles. Las grabaciones se reciben por satélite y se archivan para retransmitirse más tarde. La propia organización estadounidense describe la obtención de esas imágenes como un proceso “de origen desconocido” . La política de emisiones excluye cualquier referencia a la procedencia del material y evita todo contacto con las empresas propietarias.
El fútbol, pese a esas restricciones, conserva una función especial dentro de la programación. Los éxitos de la selección masculina en 1966 y los triunfos recientes de las jugadoras sub-20 alimentan un orgullo nacional compatible con la censura. Según el informe de 38 North , el deporte internacional se ha convertido en uno de los pocos momentos televisivos sin mensajes políticos explícitos , un descanso que, se supone, los espectadores valoran dentro de una parrilla dominada por consignas.

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