Una semana después de su esperado estreno en cines argentinos , la conversación es unánime: “Die, my love” no es una película, es una experiencia física . Un golpe. Tras su arrolladora ovación en el Festival de Cannes en mayo y con el zumbido de los Oscar en el aire, la cinta dirigida por Lynne Ramsay cumple su promesa de ser uno de los eventos cinematográficos más polarizantes y potentes del año.

Protagonizada por una Jennifer Lawrence en estado de gracia absoluta y co-protagonizada por Robert Pattinson , la película traslada la aclamada novela «Matate, amor» de la argentina Ariana Harwicz a la campiña de Montana . El resultado es un thriller doméstico que se transforma en terror claustrofóbico , sostenido por una performance que redefine la carrera

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