Contra todo pronóstico, el sábado 8 de noviembre el sol salió para darle lugar a una nueva edición del Festival Daltónica , un encuentro hecho por artistas para artistas y quienes buscan una experiencia distinta, donde la autogestión y la conexión colectiva son el eje. La propuesta: doce horas de música independiente lejos de los sonidos urbanos y una estética inspirada en Woodstock que volvió a hacer vibrar a Luján.
El último tramo hasta llegar al predio eran cuatro kilómetros de una ruta angosta de tierra, marcada por dos filas de frondosos árboles a cada costado. Al ingresar, el espacio se abría en tres áreas interconectadas: el escenario Andes, el Fin del Mundo y el escenario del Bosque. En el sector más amplio había lugar para acomodarse entre reposeras playeras, grandes almoha

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