La violencia en Antioquia dejó de responder a la lógica tradicional del conflicto armado. Las autoridades hablan hoy de un escenario distinto, más caótico y difícil de contener: una guerra con demasiados jugadores. En lugar de dos o tres grupos fuertes, el departamento enfrenta la acción simultánea de 51 organizaciones criminales que chocan entre sí por pequeños tramos de territorio, rutas estratégicas o rentas locales.

Ese reacomodo cambió la manera como se entiende la seguridad en regiones como el Nordeste, Oriente, Norte y Suroeste, donde los desplazamientos, las amenazas y los homicidios ya no responden a un solo actor, sino a la superposición de intereses entre bandas grandes, frentes guerrilleros, estructuras del narcotráfico y grupos locales con agendas propias.

Según el más recie

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