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En Argentina, donde el poder suele pesar más que las instituciones, las peleas internas no sólo paralizan al Estado: también desgastan a la ciudadanía y vacían de legitimidad a quien gobierna. La política se traba adentro... y la crisis se vive afuera.

En la ciencia política existe consenso en torno a una idea clave: la capacidad de gobernar no depende únicamente de ganar elecciones, sino de construir y sostener una coalición institucional capaz de procesar conflictos internos sin que éstos paralicen la acción estatal. Sin embargo, en sistemas políticos con bajos niveles de institucionalización, como ha sido históricamente el caso argentino, las disputas internas dentro del gobierno frecuentemente se convierten en protagonistas del ciclo político, erosionando la gober

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