El primer gesto rebelde y poético de Silvio Rodríguez nació en la Cuba de los años sesenta, cuando, en medio del servicio militar obligatorio, se escabullía en silencio de las bases para marcharse lejos, guitarra en mano, a cantar y componer. En esa soledad germinó la necesidad de un trovador que no se conformaría con el aislamiento: buscaba voces afines, jóvenes cantores y músicos con quienes tejer lazos de amistad.

Pronto dejó su casa y se lanzó a los espacios de la creación y la comunicación. A los 21 años consiguió su propio programa televisivo, Mientras Tanto, donde compartía canciones y videos junto a obras de otros artistas. Fue allí, un día cualquiera, cuando al bajar las escaleras del estudio se cruzó con Omara Portuondo, que subía acompañada de un joven. Silvio lo reconoció de i

See Full Page