Sombreros y percha blanca protagonizaron los primeros cinco kilómetros de la marcha de este sábado 15 de noviembre. En el Ángel de la Independencia, punto de partida, la convocatoria reunió a los dolientes y dignos marchantes en legado de Carlos Manzo, algunos batas blancas del sector Salud y unas cuantas Jolly Roger que asomaron tímidamente. En pulcra paz avanzó el cortejo, encabezado por doña Raquel, abuela del finado edil de Uruapan, pero lo que comenzó como un hondo reclamo de paz y justicia, dirigido a los oídos del oficialismo, degeneró rápidamente en violencia, rabia e ira mal canalizada.

Muros de metal dirigieron el caudal de cólera, como acequias de la protesta hacia el corazón del zócalo capitalino, la bandera monumental vio cómo la vanguardia blanca de Carlos Manzo frenó de gol

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