Las filas de las farmacias se desocupan rápido. Pero no por una atención eficaz, sino porque no hay medicamentos para entregar. Es lo normal para Hernando Quinchía, quien lleva dos meses escuchando la misma respuesta en el punto de dispensación de Colsubsidio de la Avenida Colombia, en Medellín, donde reclama los medicamentos que le formula la Nueva EPS. Llega con una carpeta doblada en dos, donde guarda las recetas para la tiroides, la presión y la artrosis.

Cuando se acerca al mostrador, le dicen: “No hay nada”. La última vez le entregaron una pastilla para el riñón. “La que menos necesito”, dice. Desde entonces ha tenido que comprar los otros medicamentos por su cuenta, gastando entre $180.000 y $220.000 al mes.

“Con 80 años uno se tiene que mantener enfermo”, dice sin enojo, como si

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