La lavanda es una de esas plantas que combinan belleza, perfume y resistencia. Con los cuidados adecuados puede iluminar el jardín con sus flores y su aroma durante muchos años. Pero para que prospere pujante y vigorosa necesita un poquito más que buena voluntad. La lavanda (género Lavandula, familia Lamiaceae) es un arbusto perenne originario de la cuenca mediterránea, famoso por su follaje gris-verde y sus espigas florales llenas de aceites esenciales.
Para crecer fuerte, la lavanda necesita pleno sol: al menos seis horas de luz directa todos los días favorece una floración abundante y una buena concentración de aceites en sus hojas y flores.
En cuanto al suelo, lo ideal es uno ligero, con muy buen drenaje. S i el terreno retiene mucha agua, las raíces pueden pudrirse y debilitar

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