Un policía puede consumir drogas libremente, como cualquier otro ciudadano, sin que este hábito debilite su compromiso contra el narcotráfico. También un médico puede fumar, o incluso mostrarse compasivo ante un fumador, pero en ningún caso comprensivo frente al tabaquismo. Si se trata de una consellera de Sanidad, el abandono del cargo es previo a cualquier vacilación o titubeo sobre la toxicidad de la nicotina, digan lo que digan Robert F. Kennedy Jr. y Donald Trump , que por cierto no fuma tabaco.
En su primera encarnación, Manuela García antepuso el negocio de las terrazas a la salud de sus ciudadanos , un comportamiento singular en una consellera de Sanidad. Ha costado convencerla de su papel oficial, fue más rápida perdonando cuatro millones de euros en mascarillas fraudulen

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