La relación entre Colombia y Estados Unidos atraviesa su momento más crítico, justo cuando la seguridad hemisférica exige mayor cooperación y no rupturas. La posibilidad de limitar la cooperación militar y de inteligencia —columna vertebral de la alianza bilateral— no solo amenaza con debilitar la capacidad del Estado colombiano frente al narcotráfico y las redes criminales, sino que también compromete el papel estratégico que ambos países cumplen en un entorno global marcado por la presión de otras potencias. Por ello, más que un choque diplomático pasajero, lo que está en juego es la sostenibilidad misma de una alianza que ningún país puede darse el lujo de perder.
La crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos ha puesto en riesgo la pieza más sensible de la relación bilateral: l

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