La voz temblaba, pero no por nervios. Era rabia. Una colombiana que vive en Países Bajos, conocidos coloquialmente como Holanda, relató el episodio que, según cuenta, la dejó “expulsada” del consultorio de un médico general y en medio de un desconcierto profundo sobre cómo opera el sistema de salud neerlandés. El conflicto inició desde la primera llamada para pedir una cita y terminó con el profesional advirtiéndole que llamaría a seguridad si no salía de la consulta.

Todo comenzó al solicitar una valoración por síntomas que relacionaba con su dispositivo anticonceptivo, un DIU de cobre. La asistente médica la interrogó sobre detalles íntimos que, afirma, no entendía por qué debía entregarle a una secretaria. Finalmente obtuvo una cita, pero no con su doctora habitual, a quien tampoco con

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