El presidente de la COP30 de Brasil, André Correa do Lago, ha conseguido sacar un primer borrador de acuerdo para la Cumbre del Clima de la ONU . La propuesta, en su versión más audaz, pide crear una “hoja de ruta” para “superar la dependencia de los combustibles fósiles”.

Do Lago ha metido una marcha más en las negociaciones. “Esto se acelera”, dice algún observador desde Belém do Pará este martes. Sin embargo, en el texto publicado, en el apartado referente al abandono del petróleo, el gas y el carbón (nudo gordiano del cambio climático, ya que su utilización supone el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero) aparece una alternativa que omite las palabras “combustibles fósiles” y “convoca” –o en todo caso “invita”– a los países a “compartir oportunidades e historias de éxito hacia una transición hacia soluciones bajas en carbono”.

En esa frase cuadra casi cualquier cosa: capturar CO₂ que salga de las chimeneas de carbón o apostar por centrales nucleares. Es un ejemplo perfecto de que, en esta edición de cumbre, todo lo bueno y todo lo malo, está encima de la mesa .

La opción algo más audaz “convoca una mesa redonda de alto nivel para (…) superar su dependencia de los combustibles fósiles y detener y revertir la deforestación”. Y siempre con una muletilla inexcusable: teniendo en cuenta “las circunstancias, itinerarios y aproximaciones” de cada país. Es decir, los estados que están creciendo gracias a la energía que producen el carbón, el petróleo o el gas (o por los ingresos de exportar estos hidrocarburos) no quieren cerrarse esa ventana.

El borrador de acuerdo –que los brasileños han llamado global mutirão – admite que los países han presentado unos planes climáticos (NDC) que, en su conjunto, no bastan para cumplir y limitar el calentamiento global a 1,5ºC –como, por otro lado, han evidenciado las evaluaciones de grupos científicos diversos como el Programa de Medio Ambiente de la ONU o el Global Carbon Project–.

La admisión lleva aparejada esa propuesta de crear una “hoja de ruta de Belém hacia el 1,5ºC” que sirva para “afrontar la brecha” y que sus trabajos estén acabados en noviembre de 2026.

El problema es que la cuenta atrás no se detiene y la reducción de emisiones de CO₂ es perentoria. “La convocatoria de más talleres y mesas redondas es solo palabrería: lo que necesitamos son planes de acción completos”, analiza el director adjunto de programas de Greenpeace Internacional, Jasper Inventor. “Solo pedir a los países que superen progresivamente su dependencia de los combustibles fósiles y elaboren hojas de ruta para detener y revertir la deforestación, sin fijar plazos, no va lo suficientemente lejos para conseguir mantener vivo el 1,5 °C”, remata.

Con esta propuesta, las negociaciones suben el ritmo. De hecho, el presidente Do Lago ha dicho que pretende tener un texto final para este global mutirão el próximo viernes, lo cual sería un logro histórico.

Financiación: sigue el conflicto

Aunque en la Unión Europea es un asunto que no llama tanto la atención, esta cumbre debería implementar los mecanismos para que el norte global destine los fondos que el sur necesita para abandonar los combustibles fósiles y adaptarse al cambio climático generado, mayoritariamente, por el norte. “El conflicto permanece”, coinciden los asistentes a la COP.

La cuestión es que, desaparecido del mapa EEUU, que era uno de los principales aportadores de fondos, el resto de estados ricos (como los de la UE) se ponen más de perfil. Y, al mismo tiempo, los países empobrecidos exigen esa financiación si quieren que dejen de utilizar carbón, como por ejemplo India, para mantener el crecimiento económico (y la riqueza que se está generando) en sus casas.