En los pasillos de la cumbre del clima de Belém s e habla de calor en todos los idiomas del mundo . Calor porque, como si de una metáfora se tratara, en el recinto que acoge una de las negociaciones climáticas más importantes de la última década hay zonas donde no se respira por las altas temperaturas y los voluntarios reparten abanicos y agua como único método de supervivencia . Calor porque estamos en la segunda semana de este encuentro y aún son muchas, quizás demasiadas, las incógnitas sobre la mesa. Y calor porque este martes, tras días de especulaciones, una coalición de países comprometidos con la "ambición climática", entre los que se incluye España, ha dado un golpe sobre la mesa y ha exigido a la presidencia de Brasil que concluya este encuentro con la publicación de una h

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