La sexualidad en la Antigua Grecia es un campo estudiado por múltiples especialistas, pero la masturbación ocupó un lugar marginal pese a su fuerte carga cultural.
Una investigación reciente revela por qué esta práctica era vista como signo de falta de control y como una marca de alteridad frente al ciudadano ideal.
El desprecio por el onanismo en la sociedad griega no era casual, sino un mecanismo ideológico utilizado para definir la identidad del ciudadano libre frente a todo lo considerado el “Otro”.
La masturbación se entendía como la antítesis de la virtud que definía al hombre griego: la sōphrosýnē o autocontrol. Entregarse al acto solitario significaba rebajarse al nivel de la animalidad o la servidumbre.
La reconocida investigación de Kelly L. Wrenhaven en el Journal

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