Hay padecimientos que llegan poco a poco para instalarse en el cuerpo y nos acostumbramos a ellos: más cansancio que antes, la misma ropa que ya no cierra igual, granitos que resisten cremas y dietas. Muchas personas achacan esos cambios al estrés o a la edad, pero detrás de ellos a veces hay un hilo común y silencioso: la resistencia a la insulina .

La insulina es la llave que facilita que la glucosa entre a las células y se convierta en energía. Cuando esa llave no funciona bien —es decir, cuando las células se vuelven “resistentes” a la insulina— el páncreas responde produciendo más hormona para compensar. Ese círculo puede mantenerse durante años en silencio y finalmente derivar en prediabetes o diabetes tipo 2, además de afectar el peso, la piel, el ánimo y el metabolismo en gene

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