En cualquier otro sitio más civilizado, ahora que se cumplen cincuenta años del fallecimiento del General Franco, se aprovecharía la efemérides para repasar, sin enconos ni prejuicios, su larga etapa al frente del Estado. Y así, podría hablarse, naturalmente, de su etapa primera y más negra, la de la represión y los forzosos exilios, no sólo exteriores; de su trabajosa integración en los ámbitos internacionales gracias a su provechosa colaboración con los Estados Unidos en el entorno de la Guerra Fría; de la su cambiante relación con la Iglesia, amistosa primero hasta el concordato de 1953, más distante después condicionada por los efectos del Concilio, y casi hostil al final con el estrambote de los últimos fusilamientos; o por qué no, dedicarle algo de tiempo a la Cultura durante el Fran

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