En la cultura popular, se ha transmitido la idea de que perros y gatos son enemigos naturales, una creencia que aparece en caricaturas y refranes. Sin embargo, investigaciones sobre el comportamiento animal y la experiencia de dueños responsables han demostrado que estas especies pueden convivir de manera armónica.
La clave está en reconocer que, a pesar de ser diferentes, cada animal tiene su propia personalidad. Existen perros tranquilos y gatos más sociables, así como animales territoriales o tímidos. Antes de intentar que se lleven bien, es crucial entender las características de cada uno. Por ejemplo, un perro muy activo requerirá un proceso de adaptación más gradual que uno con un temperamento más calmado, al igual que un gato que no ha tenido contacto previo con otros animales.
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