Benita Navacerrada era una nena que ya había sufrido demasiado cuando sus ojos lo vieron pasar. “En un auto con banderitas de España”, recuerda. Ella estaba subida a una silla limpiando el polvo de los muebles en la casa donde trabajaba, con menos de doce años , y desde el bar de abajo escuchaba los gritos: “¡Que pasa Franco! ¡Que pasa Franco!”.
Todo San Sebastián de los Reyes, un pueblo a 20 kilómetros de la Puerta del Sol de Madrid que a mediados de los años ’40 contaba con menos de dos mil vecinos, se asomó a la vereda para ver pasar al dictador . Fue cuestión de segundos, pero Benita Navacerrada, entre la gente, fijó la mirada en Francisco Franco , ese hombre minúsculo que asfixiaría a España, durante casi 40 años, con un régimen monstruoso que duró hasta su muerte, el 20 de n

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