El ángulo central de esta historia gira en torno a la ofensiva legal de Simon Leviev, quien insiste en que el documental de Netflix que lo volvió famoso a nivel global es una construcción falsa diseñada —según él— para lucrar con su imagen. El israelí sostiene que ninguna de las acusaciones presentadas en pantalla corresponde a hechos verificables, y que por ello decidió demandar tanto a la plataforma como a las mujeres que participaron en la producción. Su narrativa se articula sobre la idea de que fue víctima de un montaje mediático que distorsionó su vida privada para fabricar un villano rentable.

Este argumento lo refuerza al subrayar que las imputaciones en su contra fueron descartadas tras su arresto en Georgia. Explica que, aunque fue detenido debido a una ficha roja de Interpol, e

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