Asido a la falda de su progenitora, que momentos antes había atentado contra su vida, el niño de apenas 8 años gritaba “ ”.

La dramática escena se produjo 24 años antes, en una humilde vivienda de la urbanización Dr. Delfín Mendoza, céntrico sector habitacional del municipio Tucupita, estado Delta Amacuro.

Para muchos, aquel desgarrador lamento, mientras halaba la tela con toda la fuerza posible intentando despertar a su madre y protectora, quien pendía de un cable que había colgado minutos antes de una viga, fue el origen de una escalada de violencia que culminó con la desaparición física de él infante desolado a manos de las fuerzas del orden público en abril de 2019.

Oriunda de Araguabisi, comunidad indígena del bajo Delta, con supuestos poderes espirituales, había sido abatida por l

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