Más de 60 años avalan la carrera de Chucho Valdés y, sin embargo, cada vez que se sienta al piano y empieza a mover sus manos con la destreza que le caracteriza sigue magnetizando al público como si fuera la primera vez. Dicen que la música se siente y que ese sentimiento no se estudia, se posee o no se posee, pero lo cierto es que el Festival de Jazz de Zaragoza ha vuelto a vivir este sábado una noche de música en un estado superior de la consciencia de la mano de Chucho Valdés.
Recitar los reconocimientos del cubano, hijo del mítico Bebo (nunca conviene olvidar esto), es prácticamente imposible, por abrumador, del mismo modo que tratar de narrar la música de Chucho Valdés en unas líneas es una tarea que excede los conocimientos de muchos de los que solo disfrutamos con la mú

El Periódico de Aragón

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