Un destartalado Volvo familiar avanza por un camino de tierra en las proximidades de Figueres y se detiene ante la verja de una rectoría en medio de la nada, a la que Olivia Baes se mudó hace casi siete años. En la última etapa de la carrera del fotógrafo James Baes (1936-2017), la familia había vivido en varios lugares en Europa, siempre bañados por el sol. Olivia, que pasó algunos años de su adolescencia en el Alt Empordà, creció entre Francia y Florida. Cuando en el 2014 su padre le pidió que recuperara su legado, Olivia se sintió emocionada pero, reconoce, tuvo sus dudas. Se había formado como traductora y tenía sus propias ambiciones artísticas; además, estaba tan sorprendida como entusiasmada ante la perspectiva de archivar el material, dada su naturaleza erótica.
“En el fondo, lo q

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