A Patricio Aylwin le gustaban las caminatas y los paseos al aire libre. Los domingos solía subir el cerro San Cristóbal por el acceso de Pedro de Valdivia Norte, y mantuvo esa tradición incluso después de ser electo presidente. En una de esas salidas, ya entrados los años 90, cuando el país vivía un auge económico sin precedentes, se le acercó un poblador. Lo saludó cariñosamente y lo felicitó: “Presidente, qué bueno, lo está haciendo tan bien”. Y añadió una pregunta que lo golpeó profundamente:
—Pero, presidente, ¿le puedo hacer una pregunta? Perdóneme, pero ¿cuándo se van a poder preocupar de nosotros, los pobres?
Con la voz quebrada, Aylwin relató el episodio en una reunión con sus ministros. “Fue la reunión de gabinete más dramática en la que yo he estado”, recuerda el exministro Ger

La Tercera

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