Durante décadas, López Obrador y sus huestes se dedicaron a marchar. Lo hicieron cuando el ‘fraude’ de 1988 en la elección presidencial. Lo hicieron en 1994 cuando López Obrador perdió la elección a la gubernatura del Estado de Tabasco. Lo hicieron cuando tomaron los pozos petroleros en esa misma entidad. Lo hicieron igualmente cuando el ‘fraude’ electoral de 2006. Lucraron con el tema de Ayotzinapa. Y así lo han hecho siempre.
El gobierno, por temor a reabrir la herida de 1968, siempre los dejó hacer lo que quisieron. Por el temor de ser percibidos como un régimen represivo, los gobiernos de esa época toleraron toda la actuación del obradorismo, aun y cuando eso implicara afectar a otras partes de la sociedad.
Ante cualquier acción de los gobiernos encabezados por Felipe Calderón o Enri

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