Posponer la alarma es un hábito muy común, pero pocas veces se entiende qué lo provoca. Desde la psicología y la neurociencia del sueño, esta conducta no se explica solo por falta de voluntad: suele estar asociada al agotamiento, al estrés acumulado y a un sueño que no llega a ser verdaderamente reparador .

El psicólogo clínico Aric Prather , profesor de la Universidad de California en San Francisco, señala que este comportamiento aparece cuando “ el cuerpo no completa ciclos de descanso adecuados y necesita más tiempo para recuperarse ”.

A esto se suma un fenómeno muy común: la inercia del sueño , ese estado de confusión y pesadez que vuelve más tentador el botón de snooze .

La parte emocional del snooze

Además del cansancio físico, posponer la alarma también puede ser

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